El Partido del Poder con Hugo Silva

En plena hora decisiva antes del debate final, Santiago Galán recuerda el gol que lo convirtió en mito mundial. Ese mismo ego desbordado alimenta su salto a la política. Entre flashbacks gloriosos, un vídeo comprometedor amenaza con destruirlo todo. Lola, su jefa de campaña y amante, se mueve para neutralizar el escándalo mientras María, su esposa, irrumpe para enfrentarlo. El poder empieza a tensarse… y Galán sabe que va a jugar el partido más grande de su vida.

Lola y Raquel chocan cara a cara: una quiere enterrar un escándalo; la otra, destapar la verdad. Robinson introduce la estrategia más sucia de la campaña, mientras María se debate entre proteger a sus hijos o denunciar la verdadera naturaleza de Galán. Todos juegan a dos bandas. Todos mienten. Todos traicionan. Y el reloj sigue avanzando hacia el debate final.

Un flashback revela cómo los medios impulsaron a Galán como figura política. De vuelta al presente, el caos estalla: María contacta con Raquel para frenar la caída moral del candidato, mientras Lola y Robinson preparan un chantaje capaz de destruir carreras enteras. Galán, fuera de sí, lanza un directo brutal que lo cambia todo. La línea entre víctima y verdugo se borra… y alguien va a pagar el precio.

Las últimas decisiones antes del debate se cocinan en silencio. Un flashback muestra el origen de la ambición política de Galán y la alianza tóxica con Lola. En el presente, Miguel, el rival político, intenta mantener la cordura en un mundo gobernado por titulares y populismo. Raquel afronta las consecuencias del chantaje. Lola afila su última jugada. Todo apunta a que la batalla en plató será histórica.

A solo diecisiete minutos del debate final, Galán y Lola se aíslan en la cocina del hotel para enfrentarse a la amenaza que puede hundir la campaña: Raquel y el vídeo que puede destrozarlo todo. Entre frigoríficos, salsas derramadas y un silencio que corta el aire, Galán muestra su versión más peligrosa. Mientras la tensión sube, el país espera en directo… sin saber que, detrás de las cámaras, la noche ya ha empezado a mancharse de ketchup, miedo y decisiones irreversibles.